15 de febrero de 2008

El teclado

Estaba esta mañana tan tranquilamente haciendo un día de limpieza maniática, Anna tu ya sabes a lo que me refiero. me puse a limpiar todo cristal de las casa que osase salir a mi encuentro. Me afanaba con la determinación de un loco, poseído por el espíritu del limpiacristales, sobre las pantallas de los tres ordenadores de la casa cuando me di cuenta de la cantidad de mierda que acumulaba el teclado de uno de ellos. Por un momento me entro la duda de si me estaba excediendo, pero note la desafiante mirada de la suciedad incrustada. Totalmente hipnotizado, no aguantando la altanería con la que me retaba, recogí el guante para enfrentarme al duelo entre la porquería y yo.

Empecé a arrancar furioso las teclas que se interponían en mi camino hacia la pulcredad y tras una batalla desenfrenada de jabón deje el teclado y las teclas limpios como una patena. Arrojé a las impolutas víctimas sobre una toalla, puestas a secar al sol. Con el orgullo de la tarea realizada las observe desposeidas de toda inmundicia. Volteadas para que su interior se secase mejor parecían desvalidas, seres inofensivos que se apiñaban los unos a los otros en búsqueda de protección. Fui a la cocina a beber un vaso de agua.

Cual no fue mi sorpresa al volver al cabo de unos minutos y encontrarme con una curiosa estampa.




No daba crédito a lo que veían mis ojos. Si era una broma no tenía ninguna gracia. Mis padres se habían ido de fin de semana y que yo supiese nadie más tenía las llaves. Entre en todas las habitaciones, abrí todas las puertas, busque en todos los rincones. Nadie.

Aún perturbado por esta extraña coincidencia, pues no podía ser otra cosa, me apreste a recomponer el teclado y dar el asunto por zanjado. Debo de reconocer que estaba un poco nervioso, no dejaba de mirar por encima de mi hombro. No se lo que buscaba pero parecía como en la casa algo se moviese en las sombras. Así que, en bastante menos tiempo de lo que me había costado desmontarlo, devolví el teclado a su aspecto original.

O eso pensaba yo. Enseguida note que algo iba mal. Basto una mirada pausada. El presentimiento se convirtió en pánico cuando fui consciente de lo que sucedía. Me quede petrificado.



Sabéis que no soy alguien supersticioso, intente encontrarle alguna explicación razonable. Pero eran mis manos las que habían montado el teclado. Me pregunte si "aquello" que había jugado con las teclas habría podido manipular mis manos. Un escalofrío me recorrió el cuerpo. Me levanté de golpe. Solo pensaba en alejarme de ese teclado. Me asaltaron las dudas. No era capza de acercarme a la mesa. Pero si "eso" había modificado el teclado quizás, con suerte, seguiría allí. Hice de tripas corazón y agarré el teclado, corrí con él en mis manos temblorosas hasta llegar a la despensa donde lo arrojé.

Lleva allí ya unas horas, deseo ir a echarle un vistazo pero no me atrevo. Un desasosiego me recorre el cuerpo. Muchas preguntas me bullen por la cabeza ¿Como a podido suceder? ¿Que significarán esas apariciones? ¿Por que nombres solos?
Soy incapaz de estar mucho rato frente a la puerta. Pero no me atrevo a darle la espalda.
¿Por que precisamente esos nombres? ¿Que es lo que me quieren decir?
Esta puesta la barra pero quizas los batientes sean demasiado debiles si "eso" quiere salir.
¿Estaréis bien? ¿Os abrá sucedido algo?
Estoy muy preocupado. No dejo de pensar en vosotros. El sol esta rojizo, fuera se esta haciendo de noche.